El lunes 25 de este mes fue la ceremonia de premiación de los Estímulos Económicos para la Cultura. Estos premios son las migajas que da el Ministerio de Cultura a los que hacen arte en este país. (Producir arte cuesta. Las películas no caen del cielo ni los libros aparecen de pronto en los escaparates).
En fin, que a los premiados ya los conocíamos por una resolución directoral que el mismo ministerio emitió el 25 de septiembre, y allí figuran —porque aún aparecen en internet— dos proyectos de las editoriales Animal de Invierno (El triángulo de abajo, de Luis Francisco Palomino, y El inmenso desvío, de Juan Carlos Cortázar) y Colmillo Blanco (¿Por qué estamos locos?, de Carlos Fuller, y Cuadernos de Horacio Morell, de Eduardo Chirinos).
Sin embargo, un día después del fallo alguien se comunicó con las editoriales mencionadas para decirles algo así: «Hola, somos el Ministerio y les tenemos una mala noticia: hemos leído mal nuestras bases y nos hemos dado cuenta de que vamos a tener que retirarles un premio porque no pueden recibir dos». Y claro, a esas alturas los ganadores ya habían festejado o anunciado su victoria, y el ministerio, en lugar de asumir su error y hacerse cargo y premiar a todos, les dijo a estas editoriales que escojan qué proyecto querían ver financiado, y, ante el absurdo, las editoriales dijeron algo así: «Mejor decídanlo ustedes, pues, a fin de cuentas, este problema no lo hemos iniciado nosotros».
Al respecto, las bases no son claras. Cito con erratas: «Los Postulantes pueden uno o más proyectos por categoría. Sin embargo, no se beneficiará a más de un (1) Proyecto del mismo postulante en el presente concurso. Si bien un mismo postulante puede participar en todos los concursos convocados, no se beneficiará a más de dos (02) proyectos del mismo postulante […]».
Repito: no se beneficiará a más de un proyecto y, al mismo tiempo, no se beneficiará a más de dos proyectos del mismo postulante. Menudo lío. Por tanto, se entiende el enojo de Palomino, quien se ha manifestado por redes (el pasado viernes 22 se resolvió premiar a Cortázar y a Chirinos).
Es inaceptable que una entidad del Estado, además de organizar un concurso como quien realiza una tómbola, tome a la ligera este asunto y maltrate a los autores premiados (pusieron a competir a Palomino con un autor de trayectoria como Cortázar, y a Fuller con Chirinos, que está muerto).
Pero, más allá del abuso, esto deja claro que para el Ministerio de Cultura los escritores y las empresas editoriales jóvenes son poquita cosa. Me pregunto si el desdén hubiera sido el mismo con una editorial grande (Penguin Random House ganó el año pasado un estímulo para publicar La violencia del tiempo, de Miguel Gutiérrez).
Pese a todo, confío en que las primeras novelas de Palomino y Fuller verán la luz y que el agravio pasará y cicatrizará como la herida que te ocasiona un dios malévolo y torpe: yo soy el Ministerio, te doy y te quito un premio.
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