Ensayo. Revuelta Editores. Lima, 2019.
martes, 30 de julio de 2019
jueves, 11 de julio de 2019
Elogio de la ruina
Elogio de la ruina (La Travesía Editora,
2018), de Jimmy Marroquín Lazo, inicia con dos preámbulos. En uno, el autor
justifica errores y aciertos, y en el otro, de ya-no-recuerdo-quién, se invita
a la lectura: «El que lea este libro corre un gran peligro. Cuidado, está a
punto de no volver jamás». Esto ya es empezar mal.
El
volumen reúne tres poemarios y una plaqueta y tiene 189 páginas y solo dos
bellas imágenes. Siempre hay un mérito —mío, claro— en hallar dos granos de
arroz entre tanto gorgojo. El resto son páginas en blanco. (Los editores mandan
a imprenta páginas en blanco aunque ellos crean que hay algo escrito en ellas. Asimismo,
muchos poetas escriben con una especie de tinta invisible).
La
poesía de Marroquín es solemne, ceremoniosa, correctita. Vamos, una poesía de
misa, y uno a la misa va a dormirse. Pasa lo mismo aquí. El tedio inunda al
lector. Da lo mismo leer «He tocado mi rostro y no he sentido la avidez de la
piel / Ni la implacable llamarada del tiempo» que «Se han descrito raros casos
de ictericia y hepatitis al administrar ketoprofeno, en particular durante
tratamientos prolongados» (bello lirismo en el prospecto de un analgésico).
En
el primer libro encontramos: «una estrella blanca sin brillo se deposita /
imperceptiblemente entre mis manos y la luz». El segundo libro abusa de aquel
recurso tan pueril que es dedicar un poema, a riesgo de caer en el chiste
privado o el ridículo extremo (o ambos a la vez). En el primer caso, uno lee «Para
Juan», por ejemplo, y no sabe quién rayos es Juan y por qué ese poema va
dedicado a Juan y cuáles son los vínculos que unen a Juan con el poema. El
segundo caso solo se cumple si lo que se dedica tiene por destinatario a
alguien célebre e inalcanzable. Es como poner «Para César Vallejo», que es vate
muerto e inmortal y aun estando vivo no se daría por enterado nunca. En fin,
que los poemas de esta segunda parte están todos dedicados a Juanes y con las
bromas privadas uno no sabe cómo reaccionar. Luego viene la segunda y última
bella imagen: «un luminoso muñón traza
una línea púrpura sin previsible fin, / luego escribe “¿es justificado seguir
aquí?” y cae sangrante a mis pies”». Eso es todo. Del tercer libro y la
plaqueta no hay signos vitales.
La
edición sí merece un elogio. Pero quizá no sirva de mucho enjoyar un libro que
posee demasiado paratexto y versos de tufillo burocrático. Y si hay cosas que
en un principio no debieron publicarse, ya ni deberían ser reeditadas. Aquí la
poesía ha tocado fondo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)