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domingo, 4 de octubre de 2015

El sueño de Noé


Hace no mucho se puso de moda decir: «Este es el mejor libro de la literatura peruana en lo que va del año». De esa manera, los reseñistas de moda empezaron a parir blurbs y cada semana aparecía un libro que cargaba sobre sus espaldas la responsabilidad de poseer en sus páginas lo mejor de la tinta impresa made in Perú. A eso se añadió: «La literatura peruana atraviesa por un buen momento», que es como escribir «dantesco incendio» o «macabro hallazgo» en una nota periodística.

Decir que un libro es el mejor solo significa una cosa: que es el mejor y ya. O sea, no significa nada. O quizá sí, dependiendo de quién lo diga. Y si lo digo yo, tiene mucho valor.

Es por eso que anuncio, sin muchos preámbulos, que El sueño de Noé, de Julio Isla Jiménez, es el mejor libro de la literatura peruana en lo que va del año.

(Me siento desvirgado. No es fácil hacer por vez primera este tipo de afirmaciones. Que un libro es el mejor y tal. Pero ya está, lo hice. Ya parí un blurb.)

No pensaba que el mejor libro de 2015 viniera de donde vino. Es decir, no es novela ni cuentario ni poemario ni ensayo ni texto híbrido. Tampoco lo edita Planeta ni Penguin Random House ni Estruendomudo. ¿Qué rayos es entonces El sueño de Noé y quién lo edita? Es una obrita de teatral que aún no ha sido llevada al teatro (como una noche sin luna, pero eso es lo de menos). Y —lo olvidaba— ha sido editada por el propio autor.

Teatro, autoedición: impensado.  

Ahora, el acto consecuente sería reseñar el libro, señalar sus atributos, argumentar por qué es el mejor. Pero no es que tenga la maldita flojera de hablar sobre el libro; es solo que, si ya dije que es el mejor, ¿es necesario brindar razones y ser persuasivo? ¿Van a ponerse a dudar de mi palabra? ¿Ustedes, mortales? El sueño de Noé es el mejor libro de este año.

Lo he dicho ya dos veces.

ISLA JIMÉNEZ, Julio. El sueño de Noé. Lima: Alastor, 2015.

domingo, 18 de enero de 2015

Un fraude epistolar


Gran parte del éxito o fracaso de cualquier representación teatral radica en la buena o mala elaboración del texto, y, luego de ver Un fraude epistolar, solo queda decir que Fernando Ampuero ha escrito una obra genial. 

La acción se ubica entre Lima y España durante los primeros años del siglo XX. Dos jóvenes peruanos (aspirantes a escritores), deslumbrados por los versos del también joven Juan Ramón Jiménez, deciden jugarle una broma al poeta español para obtener sus primeros libros de manera gratuita: crear una mujer ficticia llamada Georgina Hübner y escribirle una carta en nombre de ella. 

Georgina Hübner existe. Es prima de uno de los dos verdaderos autores de la carta, en la cual se ensalza la poesía de Juan Ramón y se le solicita el envío de sus dos primeros libros hacia Lima. El poeta accede, envía los libros pero además una respuesta: él se ha visto muy tocado por aquella dama sensible que aprecia sus escritos. 

Aquí se inicia un carteo interesante y que pasará a formar parte de un capítulo atractivo en la historia de la literatura universal. La broma se le va de las manos a los jóvenes cuando, en otra carta de Juan Ramón, se enteran que este piensa ir en barco a Perú para conocer a su musa irreal. De inmediato, los muchachos deciden acabar con la broma. No les queda otro remedio: tienen que matar a Georgina. Para esto consiguen que el Cónsul de Perú en Madrid le envíe un telegrama al poeta. Allí se le comunicará que Georgina Hübner ha muerto.

El vate quedará devastado y escribirá uno de sus poemas más notables y dolorosos: Carta a Georgina Hübner en el cielo de Lima.

La obra se compone solo de un acto. En ella podemos apreciar brillantes diálogos, un adecuado tratamiento del tema literario (eje central de lo narrado), el pertinente uso del metateatro y aquel tono melancólico que se dispara hacia el final. Incluso la continua aparición de Tatiana Astengo (quien interpreta hasta cinco papeles distintos), y que en un principio podía parecer algo burdo, termina acoplándose muy bien al conjunto.

La representación es realmente loable. En un acertado escenario minimalista (lo cual ofrece infinitas posibilidades), se consiguen grandes momentos estéticos: una luz anaranjada que recorta el perfil de los personajes, el símil entre un escritor actual y un escritor de antaño, la facilidad de trasladar la acción de Lima a España, de un salón a un hospital, etc.
 
La historia (que podría contarse de un modo usual) tiene un quiebre magnífico cuando aparece el personaje de El Dramaturgo (Sebastián Monteghirfo). Es así que el mismo «autor» de la obra se dirige al público y explica los acontecimientos, y en algún momento interviene en escena para confrontar a sus personajes y contrastar la información que él maneja.

Un fraude epistolar no pasa por la simple anécdota de cómo dos peruanos embaucaron al ganador del Premio Nobel de Literatura de 1956. Esta obra es, ante todo, una reflexión sobre el poder de la ficción. Aquella necesidad tan humana que tenemos por la mentira, pues solo importa que esta sirva y punto.
 
Ficha técnica:
Un fraude espistolar, de Fernando Ampuero.
Dirección: Giovanni Ciccia.
Actuación: Roberto Ruiz, Alicia Mercado, Emanuel Soriano, Sergio Gjurinovic, Sebastián Monteghirfo y Tatiana Astengo.
Lugar: Teatro Larco (Av. Larco 1036, Miraflores).
Hasta el 15 de febrero.

domingo, 11 de agosto de 2013

Doce hombres en pugna

Imagen tomada de aquí.

El retorno de Ricardo Morán al teatro no ha podido ser más auspicioso. La que podemos ver en el Teatro La Plaza es quizá una de las mejores puestas en escena en lo que va del año.

Nos encontramos en 1957, en Nueva York. Un jovenzuelo ha cometido parricidio y será condenado a la silla eléctrica o será salvado de ella cuando un jurado emita su opinión. Por la gravedad del hecho, la opinión del jurado tendrá que ser unánime. La voz en off del juez recalca la gran responsabilidad que recae en estos doce hombres, los cuales pasan posteriormente a ser encerrados en una sala para deliberar. Aquí inicia la obra.

Para algunos se trata de un caso fácil pues el asesinato ha sido demostrado y el asunto de lograr unanimidad no tomará mucho tiempo. De esta forma, se pasa a una votación que evidencia que uno de ellos considera al condenado como no culpable. Será este miembro del jurado quien sembrará una «duda razonable» en los once restantes.

El manejo de la tensión es notable. Es una tensión que incluso se extiende hacia el público. Ver a doce hombres en escena, todos siempre haciendo algo, ya sea discutiendo o tratando de formar alianzas, es un espectáculo asombroso para el espectador. Todos destacan por sus excelentes actuaciones, pero, más aún, por la manera nerviosa o impávida con que encarnan a personajes tan difíciles, personajes contaminados por prejuicios, motivados por intereses personales, cargados de emociones o traumas: todo lo que influye para que una decisión no sea producto de un correcto uso de la razón.

Se trata además de una obra que toca un tema muy sensible. Vemos en las tablas cómo los personajes van mutando ellos mismos, para luego ser capaces de cuestionarse y, finalmente, llegarse a convencer de que sí, es posible que el muchacho sea inocente. Su vida depende de su veredicto. El elenco que logra encarnar a estos doce hombres y su correcta caracterización, el gran cuidado en la escenografía, así como el atinado uso del juego de luces y de efectos como la lluvia, colocan a esta obra dentro del teatro de alto calibre.

Ficha técnica
Doce hombres en pugna, de Reginald Rose.
Dirección: Ricardo Morán.
Actuación: Leonardo Torres Vilar, Lucho Cáceres, Mario Velásquez, Carlos Tuccio, Ricardo Velásquez, Carlos Gassols, Gerardo García Frkovich, Carlos Victoria, Sebastián Monteghirfo, Alejandro Escudero, Rómulo Assereto y Emilram Cossío.
Lugar: Teatro La Plaza (Centro Comercial «Larcomar». Malecón de la Reserva 610, local 211).
Hasta el 24 de septiembre.

martes, 16 de julio de 2013

Shopping and Fucking


In-yer-face theatre es una concepción del teatro en la cual hay una exhibición de lo inusual sobre las tablas: desnudos, sexo, drogas, humillación, lenguaje rudo y sangre, toda la sangre que haga falta. Se busca así, mediante una propuesta agresiva y chocante, espabilar al espectador, capturar su atención y hacerlo partícipe —emocionalmente— de la violencia que se transmite desde el escenario. Esta es la idea base desde la que surge Shopping and Fucking, cuya puesta en escena está bajo la dirección de Jaime Nieto.

Demás está decir que uno puede encontrarse con la típica historia de jóvenes adictos que tienen conflictos para salir de ese mundo o intentar ahondarse más en él. Sin embargo, lo menos importante suele ser la historia. Lo apreciable es la estética noventera, decadente y sexual, la manera en que los personajes van descubriendo sus miserias personales y cómo los conceptos tan simples suelen romper su propio cascarón semántico.

La adicción, por ejemplo, no es un asunto exclusivo del abuso de las drogas. Mark, el personaje principal, es una persona que cae con facilidad en la dependencia de la heroína como en la de otro hombre. Uno puede volverse adicto a otros, en pocas palabras. (A Pietro Sibille, que hace de Mark, le caen bien estos personajes atormentados. Su sobreactuación es bien aprovechada aquí y es un elemento que juega a favor de este lenguaje violento que propone la obra.)

En un mundo consumista, Mark, intenta ver el sexo como una transacción más; el sexo debe obedecer a las reglas del mercado. No obstante, no puede evitar encariñarse con lo que se ha comprado. Y aquí habría que señalar la fascinante paradoja, pues nunca se sabe quién es el que compra ni quién es el que vende.

Pero «el que vende no consume»: esa es la principal regla que sus amigos deben aprender antes de dedicarse a la venta de estupefacientes. Sin embargo, aprenderán otra más importante: que en el inicio de la Biblia se anuncia que lo primero fue el dinero.

Así, esta obra aborda una infinidad de temas pero se centra en uno: la caída de las ideologías. Es decir, en este mundo postmoderno no existen grandes relatos, sino un gran espejo roto en el que las personas se reflejan en cada partícula para ver sus existencias minúsculas. Los personajes son prueba de ello.

Shopping and Fucking es una propuesta atrevida, trepidante y que va directa y sin dilaciones hacia los temas aún vigentes en la sociedad contemporánea. Su buen aprovechamiento del escenario, el ritmo ondulante con que se mueve la historia y la calidad de las actuaciones son una prueba del buen teatro.

Ficha Técnica
Shopping and Fucking, de Mark Ravenhill.
Dirección: Jaime Nieto.
Actuación: Pietro Sibille, Katia Salazar, Tommy Párraga, Haysen Percovich y Ernesto Ballardo.
Lugar: Teatro Auditorio Miraflores (Av. Larco 1150, Miraflores).
Hasta el 20 de julio. 
 

lunes, 18 de marzo de 2013

Deseo bajo los olmos

Imagen tomada de Teatro Británico

Antes de entrar en materia, hay que dejar en claro que no estamos frente a uno de los mejores trabajos de Eugene O'Neill, Premio Nobel de Literatura en 1936. De hecho, desde mi punto de vista, Deseo bajo los olmos tiene dos errores fundamentales: el abandono de la granja por parte de los hermanos Simeon y Peter, al poco de iniciar la obra, y el asesinato al que se ve empujada a cometer la sensual Abbie Putnam, un asesinato que dota de gran estupidez a un personaje, hasta ese momento, bien logrado.

La puesta en escena, la cual dirige Marisol Palacios, es una adaptación del libro. Lo mencionado líneas arriba hace que uno se enfrente al reto de lograr una mejor representación. Pero en el caso de Deseo bajo los olmos, que se viene presentando en el Teatro Británico, nos acerca a pensar que no se ha logrado siquiera formularse ese reto. El resultado, por lo tanto, es pobrísimo. Abominable.

Vemos los olmos sobre la casa de los Cabot en escenario y la aparición de Omar García, quien hace de Eben. Desde un inicio notamos su dificultad para pronunciar las palabras y soltar frases claras, aquella mala dicción que uno jamás esperaría encontrar sobre todo si uno observa el precio de la entrada general.

Luego la cuadriculada estructura de la escenografía y sus elementos (sillas o camas en un perfecta perpendicuaridad) que obligan al pobre Eben a sentarse para ingerir sus alimentos dándole la espalda al público.

Todo mejora para el deleite de la vista del espectador macho cuando aparece Abbie (Tatiana Astengo). El libro la describía exuberante, y allí tenemos al deseo hecho carne. Pero pronto notamos que la puesta en escena gira en torno a ella. En pocas palabras, a mostrar, crudamente, su carne. Tal es así que en la escena más delirante del libro (cuando madrastra e hijastro se unen), esta Abbie se desnuda por completo y no cabe duda de que todo lo que hemos visto solo ha sido un preludio para el momento «crucial» en que se despojará de sus ropas.

Lo que sigue es relleno, pero un relleno acompañado de errores. Por ejemplo, mencionando uno, la fiesta que brinda Ephraim Cabot por el nacimiento de su hijo, y la burla pública y descarada que hacen de él sus vecinos delante de sus narices (ellos saben que un hombre de tan avanzada edad no puede engendrar, y lo hacen ver como un simple cornudo), fue mutilada. Una escena tan esencial como esta, que pudo otorgar otra connotación a los ojos del espectador, no tenía por qué ser casi suprimida (apenas se escucha el ruido de un violín). De la misma forma, abundan otros elementos mal adaptados de la obra original.

Deseo bajo los olmos, dirigida por Marisol Palacios, es el error del error. Y también una forma de vender un teatro (gracias al exhibicionismo del cuerpo a la que es sometida Tatiana Astengo) en donde solo palpitará uno de nuestros sentidos.

Ficha técnica
Deseo bajo los olmos, de Eugene O'Neill.
Dirección: Marisol Palacios.
Actuación: Omar García, Emilram Cossio, Alberick García, Alberto Herrera y Tatiana Astengo.
Adaptación: Giovanna Pollarolo.
Lugar: Teatro Británico (Jr. Bellavista 531, Miraflores).
Desde el 14 de marzo hasta el 20 de mayo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Exilados

Vi este libro en un pequeño puesto y ya lo iba a comprar cuando decidí dar unas vuelta y seguir buscando otros títulos. Quiso la divinidad que encontrara la misma obra pero en otra edición y a menor precio; sólo entonces desembolsé.

Exilados (sinónimo de Exiliados; ambas formas son válidas) es mi primer y tan ansiado acercamiento a James Joyce. La obra, única para teatro que escribió el irlandés, fue publicada en 1918 y se compone en tres actos.

La trama aborda la situación sentimental entre Ricardo Rowan y Berta, pareja que retorna a Dublin después de un largo exilio. Allí se encuentran con Beatriz y el primo de ésta, Roberto Hand. Entre estos personajes se desarrollan lazos afectivos bastante extraños cuyo eje central es la búsqueda de una nueva moral.

Rowan quiere que Berta sea libre, y no le molestaría que le pertenezca incluso a su amigo Roberto Hand, quien tampoco se muestra en desacuerdo con tal idea. Hand, hablando sobre el Juicio Final, hace alusión a lo que Dios les diría a los hombres: «¡Tontos! ¿Quién les dijo que debían entregarse a un solo ser? ¡Ustedes están hechos para darse a muchos libremente! ¡Yo escribí esa Ley con Mi dedo sobre el corazón de cada uno!»

Exiliados no es, sin embargo, la gran obra que uno esperaría de Joyce. Casi no transcurren acciones y, por largos momentos, la historia se reduce a la conversación entre los personajes. Pero, como leí por allí, todo esto se le perdona a Joyce, que en esos años andaba muy ocupado con la escritura de su Ulysses.

martes, 1 de marzo de 2011

Sangre como flores: la pasión según Lorca

La obra teatral se presentará en el ICPNA de Miraflores hasta el 13 de marzo.

Por: Lucía Miley.

No abriré este pequeño espacio derramando sobre sus manos un vaso de opiniones subjetivas de lo que fue una obra de teatro, pero tampoco deseo extender su apetito por probar este bocado que se muestra en vitrina.

Mi interés, ante todo, estimado lector, es matar al ser humano. Siento más placer cuando, por las noches, me sumerjo hacia caminos nada injuriosos, pero sí parcialmente virginales, a lo que se dice y se declara como “arte”. Llevar a cabo todo ese camino, de espesura tornasolada, mancha de sudor y sangre mi cuerpo e ineludiblemente también mis manos. No seguiré prolongando su recorrido visual, pues sería demasiado tedioso contarles mi vida y ustedes no están en frente de un monitor para leer cosas como esas.

La literatura siempre fue la amante y columna vertebral de las obras de teatro. Es gracias a ella que podemos navegar con facilidad a un mundo ajeno o propio. Por eso hoy, al hablar de un dramaturgo y poeta español que marco personalmente mi vida a los 18 años y se volvió inmortal y perdurable como muchos otros, les ofrezco gran parte de ella.

Hablar de Federico García Lorca nos transporta a la mitad del siglo XX, más específicamente hacia aquel tiempo de la dictadura española. Gracias a él, las noches madrileñas, las callejuelas del pueblo granadino, se volvieron canciones y grandes poemas, donde siempre dibujó, en cada una de ellas, el amor a la vida gitana.

Él era el hombre que amó el folklore y lo popular; un hombre obsesionado por el misterio de la luna y su fertilidad poética y emocional; por derramar el brío hacia su soledad que era cada vez más férrea al amor, a sus recuerdos y a las noches.

Su popularidad, mayormente por su fama de liberal y sus declaraciones sobre las injusticias sociales de su tiempo, hicieron de él un personaje odiado por la derecha. La gente suele creer que murió plácidamente por los balazos de sus verdugos, pero muchos historiadores afirman que fue peor ya que, según ellos, Lorca gritó algo, que pudo ser un insulto a uno de sus asesinos y éste, al escuchar el grito, lo embistió con la culata de su fusil, arrojándolo a la fosa mortuoria donde, en “gratitud” a su libertad, le dieron varios balazos, engrandeciendo con sangre su inmortalidad. Su muerte no fue ficción y no fue en paz.

Federico García Lorca tiene todavía mucho que ofrecernos, y parte de su vida y sus amores son mostrados en la obra “Sangre como Flores”. Parte de la reseña, de dicha obra, es sacada de la obra Pasiones de García Lorca.

Este gran espectáculo, ofrecido por los actores Franklin Dávalos, quien interpreta a Lorca; Sofía Rocha, que hace de su madre Vicente; André Silva, que asume el rol de Emilio, el amor no correspondido del personaje principal; y Mario Ballón, quien toma el papel de Rafael, el amante incondicional de Lorca, nos llevará a la España de los años 30 y a las facetas desconocidas de Lorca donde las pasiones, la intolerancia, el desamor y la crueldad nos sumergirán a un mar de emociones. La obra de teatro está dirigida por Alberto Ísola y escrita por Eduardo Adrianzén, que escoge varios fragmentos de poemas, parlamentos de obras de teatro, declaraciones públicas y/o cartas de García Lorca.

Alberto Ísola nos dice que en esta obra se ve un Lorca íntimo, complejo, humanísimo, mostrándonos así aspectos desconocidos de la vida del genial dramaturgo español, autor de obras como “Bodas de sangre” y “Yerma. La producción de la obra está a cargo de Ana Celia Salazar y la agrupación Teatro Racional.

La puesta en escena de “Sangre como flores” se presentará hasta el 13 de marzo, de jueves a lunes a las 8pm, en el auditorio del ICPNA de Miraflores (Av. Angamos Oeste 120). Las entradas se encuentran a la venta Teleticket de Wong y Metro y en la Boletería del ICPNA a S/.30 (general) y S/.20 (estudiantes y jubilados).

Mi estimado lector, para culminar y sabiendo mi objetivo. La muerte muchas veces debe ser mejor cuando se es joven, en aquella edad donde la carne es aún bella. En este espacio no solo espero ofrecer algo de mí, sino también algo de ustedes. Sutilmente les iré ofreciendo un camino donde solo la muerte es dueña de la vida y no deja secuelas, al contrario nos regala la inmortalidad en los espacios que pueda ofrecer el arte.