En la sala de redacción mi jefe me ha prohibido hablar sobre la obra de José Carlos Yrigoyen. Demás está decir que la sala a la que me refiero es un cuarto alquilado en el que vivo y que el único jefe a quien rindo cuentas soy yo. Pero vamos, que para eso están las prohibiciones: para desobedecerlas. No estaba en mis planes leer este libro, sin embargo lo compré para un amigo a quien aprecio mucho y la tentación de desvirgarlo (al libro, claro está) fue mucho más fuerte.
Pequeña novela con cenizas, la incursión comercial de Yrigoyen en el mezquino escenario de la narrativa peruana (puesto que todo se reduce a Lima y, dentro de este circuito, a solo algunos cuantos nombres), fue un libro que me dejó indiferente. De su cobardía (del libro, aclaro) ya hablé en un post anterior. Y de su carencia de literatura también. Y con esas premisas abordé esta nueva entrega, esperando encontrar las mismas reincidencias.
Lo admito. Leo buscando el error. Y lo placentero, respecto a Orgullosamente solos, fue no encontrarlo.
Breve y ambicioso.
Aquí, Yrigoyen muestra un poco más la piel y escarba de manera minuciosa en el pasado. La historia de su abuelo, Carlos Miró Quesada Laos, funciona como excusa e imposición. El tema se expande y supera la mera anécdota. Así, el libro es una suerte de historia del Perú de los años 30, sumado al desarraigo familiar, los círculos de poder y la no menos inquietante figura del mentado abuelo. Yrigoyen ha removido los escombros del pasado familiar y ha encontrado un diamante en bruto. Y ha tenido la paciencia infinita de refinarlo con éxito. He allí la ambición.
Lo ha logrado esta vez. Sin ningún asomo de lacrimosa autocompasión, ha conseguido contar algo. Y contarlo bien. Todos los ingredientes en su justa proporción. Lírico cuando el relato lo amerita, descriptivo sin cometer excesos, bellamente documentado y, sobre todo, acometido con eficaz y radiante prosa.
Pero el mayor atributo de este texto (no me atrevo a llamarlo novela) es su enorme sinceridad. Por lo tanto, hay que devolverle esa honestidad descarnada y decir que sí, que es un buen libro, y que quizá pueda vencer al tiempo porque tiene todos los atributos para resistirlo.
YRIGOYEN, José Carlos. Orgullosamente solos. Lima: Literatura Random House, 2016.