miércoles, 20 de enero de 2016

1945: Jorge Eduardo Eielson, vida y canción en Lima


Escribir resulta cada vez más difícil. Antes bastaba con tajar un lápiz y ponerse a ello. Ahora se necesita el ordenador, un póster de Rimbaud al lado, cierta vida bohemia y mucha marihuana. E incluso así, nos hemos agotado en las cinco primeras líneas de una nouvelle que anhelamos terminar. Paulo César Peña ha optado por el camino fácil: tomar el lápiz y escribir.

Lo demás es un producto, una consecuencia, un hijo. Peña ha parido 1945: Jorge Eduardo Eielson, vida y canción en Lima. Podemos decir que el autor no ha publicado el libro que el orden de su futura bibliografía le demandará, pero sí se puede afirmar que nos entrega el libro que necesitaba escribir.

Fruto de una obsesión, Peña nos acerca al Eielson que habitó en Lima durante 1945. No hay otra manera de resumirlo. El resto es literatura. 

Mezcla de ensayo, crónica y poesía, aquí se muestra el lado agresivo de Eielson. Las fotos del autor de Habitación en Roma lo intentarán desmentir, los estudiosos de la obra de este poeta no lo querrán creer, sus dispersos lectores no lo podrán asimilar; sin embargo, el Eielson que aquí vemos está escupiendo la indigesta poesía de Chocano y proponiendo a Eguren y Vallejo —a quienes sí digiere— como parte del nuevo canon.

Canon. La palabra sagrada

El análisis de Peña se pone interesante cuando (sin juzgar) nos describe al «trinomio» conformado por Eielson, Sebastián Salazar Bondy y Javier Sologuren. La disección efectuada sobre Eielson (hecha en base a una erudita documentación invisible) nos permitirá verlo tomando posiciones de poder, modificando a su antojo el plano cultural de la Lima de ese entonces y disparando desde su tribuna en La Prensa. Eielson articulista, Eielson crítico, Eielson bien contactado, Eielson cuchillo. (Y luego del sesudo estudio, se incluyen también sus artículos nunca antes publicados. Un lujo al lado de las prosas poéticas salpicadas a lo largo del análisis y que son, sin el menor atisbo de duda, lo mejor del libro.)

Peña utiliza a Eielson como excusa para hablar de sí mismo. Algo similar hace Eielson, quien, en algunos pasajes, pareciera habitar al autor. Así, objeto de estudio e investigador llegan en muchos momentos a ser una misma persona. Las fronteras se diluyen. ¿Quién es Paulo César Peña? ¿Quién es Jorge Eduardo Eielson?

Han pasado 70 años desde la época retratada por el autor. Durante este periodo se ha escrito bastante sobre Jorge Eduardo, pero Peña puede vanagloriarse de algo: salvo él, nadie lo había hecho con estilo.

Estilo. Pocos lo tienen. Francisco Umbral lo tuvo, William Gaddis lo perdió, a Borges se lo hurtaron, a Paulo César Peña le sobra. 1945 es un híbrido compuesto por 45 prosas que narran, analizan, describen, informan, iluminan, edifican y poetizan el tránsito de Eielson durante ese año. Es un tránsito que observador y observado van a recorrer juntos sobre una Lima con ínfulas de París. Peña atisba todo con ojos de 1945, y todo lo va a describir. Es el año en que Eielson irrumpe en el circuito cultural limeño (del cual se apodera), llegando a su punto más alto con la corona de laureles que significó el Premio Nacional de Poesía.

Escribir no es otra cosa que desnudarse. La cantidad de literatura que contiene un texto es directamente proporcional a lo que el autor nos ha dejado husmear de su persona. De andar quitándose la ropa o despellejándose mostrando las vísceras va esto que se llama escribir. El final de este rarísimo libro golpea al lector y lo llena una tristeza necesaria. Uno lo termina de leer y siente (porque se ha sentido a Eielson) que la literatura era esto.

PEÑA, Paulo César. 1945: Jorge Eduardo Eielson, vida y canción en Lima. Lima: Paracaídas, 2015.

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