lunes, 20 de febrero de 2012

El hombre que hablaba del cielo

Irma del Águila Peralta (Lima, 1966) es autora de las novelas El último capítulo (2001) y Moby Dick en Cabo Blanco (2009), y el cuentario Tía, saca el pie del embriague (2000). El año pasado recibió el III Premio de Novela Breve de la Cámara Peruana del Libro, por la presente novela.

El hombre que hablaba del cielo, ambientada a inicios del Siglo XVII, cuenta la desventura de Esteban Quintero y Saldarriaga, quien, siendo piloto de la Armada del Sur, es capturado por corsarios holandeses luego de una batalla naval. Esteban conocerá a Jan van Hück, hombre de mar poseedor de un lente espía con el cual es posible ver más de seis leguas. Este hallazgo lo hará reflexionar sobre el movimiento de los cuerpos celestes.   

La novela, que se estructura en dos partes y un epílogo, describe minuciosamente el mundo naval y la Europa de aquella época, además de tocar temas provenientes de la astronomía, por lo que es fácil percibir un arduo trabajo de investigación.

Y he aquí el primer error que muestra la novela, pues su documentación es excesiva y, en ocasiones, asfixiante. Se trata de una novela histórica, efectivamente, y por eso mismo cabe recordar que la sola transcripción de fechas, nombres y hechos no hace de por sí a un texto de este tipo. De esta forma, la historia es descuidada como tal y, es evidente para el lector, pasa a un segundo plano. Debido a esto, el personaje principal es de una pasividad increíble. A lo largo del libro permanece casi inactivo y, salvo dos o tres acciones quizá importantes, su función dentro de la novela es nula y se vuelve insulso a nuestros ojos.

El libro, por su desacertada inserción de monólogos en primera persona, la gran cantidad de páginas en donde se describe el movimiento de los astros y la narración de antecedentes históricos que no aportan mucho a la narración, termina por ser fragmentario y carente de unidad. Es más, la novela nunca se sostiene en su premisa del lente espía, que fue creado para observar al enemigo y, más tarde, sirvió para ayudar a conocer el cielo y sus objetos, sino que se pierde en vericuetos teóricos.

El cuidado de la edición es otro punto que merece tocarse, pues se trata de una editorial importante que se hace cargo de la publicación del libro. Aparte de que el lector soportará fallas ostensibles de diagramación, observará también la enumeración errónea de los capítulos, al pasar del IX al XI en romanos. Es tan solo una cereza en el pastel de una de las peores novelas peruanas que he leído en los últimos años. Aberrante.

DEL ÁGUILA, Irma. El hombre que hablaba del cielo. Lima: Planeta, 2011.

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