lunes, 21 de septiembre de 2015

Póstuma(mente)


En Perú hay muchos poetas pero poca poesía. En varias partes de Póstuma(mente), Eduardo Cabezudo Tovar estuvo muy cerca de hacer poesía. Se quedó en poeta.

Lo de Cabezudo va de poetizar el elemento poético. Hacer poemas sobre la poesía, se entiende. Y, aunque el tema pareciera manido, el autor sabe que la imagen es su pastora y nada le faltará:

Lloraría de emoción ante un poema 
Que se levante lleno de lodo para mirar al cielo

Suficiente, digo yo. Se hace poesía con pocas cosas. Con talento, por ejemplo. Con una cajetilla de Lucky Strike tal vez. No se necesita mucho. Cabezudo tiene un poco de ambos, al parecer. Pero, como buen poeta que se inicia (es su primer libro), sabe también autosabotearse y hacer malos versos. Digamos que su poemario pudo estar mejor. No sé, a lo mejor soy muy anticuado para leer esto:

Mi compromiso es el de consagrarme
A la desaparición de este descompuesto ruido
Y hacerlo reaparecer con violencia milimétrica
Como quien pega un chicle en el peinado de la primera
                                                                                         [dama
Como quien mea en el cebiche premiado del último
                                                                                     [Mistura

O esto:

Yo también me aburro de la corrupción
No es como ustedes lo suelen pensar
Es un trabajo arduo y lleno de prejuicio
Es lo mas mainstream de la burguesía emergente
Todos los días perdemos likes en nuestro fan page

De hecho, releyendo estas citas pienso que el poemario pudo ser un gran libro sin estos y otros versos. En algunos, las palabras «esmartiví» o «Análisis foda», por citar algunas, logran fundirse en el poema. Parece natural. Pero en muchos buenos poemas, Cabezudo yerra el gol sin arquero con los vocablos de la modernidad. No obstante, créanme cuando les digo esto: hay algo de poesía en Póstuma(mente). Un verso malo lo hace cualquiera (menos Leopoldo María Panero). Cabezudo sabe ir a veces por el buen camino:

En mi Lima invernal
Todos hablan de lluvia pero acá nunca ha llovido
Hay un cielo que apuñala y hiere microscópicamente
Hasta que logres un tinte rojo imperceptible

El material temático con el que trabaja Cabezudo es fácil de enumerar: poesía, poema, poeta, poetas pobres y sin becas, dildo lacaniano, recitales, crítica literaria, poseridad, posteridad, el Queirolo. Los poemas que escapan a ese tópico son asombrosos. Encanta la sutil densidad en cada uno de ellos y la repentina fuerza en las frases. Cuando el autor se pone salvaje y abstruso está apuntando a la yugular del lector. Poesía feroz, poesía que muerde:

Me he ganado un diente

Enough!, he dicho.

Uno desconfía de los libros regalados, sin costo alguno. Y si lo barato sale caro, lo gratis da sífilis como mínimo. Los libros de Celacanto, el sello que publica a Cabezudo, son gratis. Estos libros los pide cualquier hijo de vecino en alguna librería, y el librero de turno (hijo de algún vecino) los da como obsequio. En serio. Proyecto romántico o lo que fuere. En Perú hay demasiados poetas y poquísima poesía. Y si esta es gratis y aceptable, ¿por qué no mover el culo e ir por los libros de Celacanto?

Pida, entonces, Póstuma(mente).

No diré lo que Cabezudo ya sabe: que lo suyo es edificar imágenes con palabras. Que pronto dejará de ser poeta y hará poesía.

CABEZUDO TOVAR, Eduardo. Póstuma(mente). Lima: Celacanto, 2015.

No hay comentarios:

Publicar un comentario