Fan Art de Christian Rosado. |
Así se llama esta nueva película peruana. Y si digo «película peruana» es evidente que me refiero a... exacto, adivinaron: otra película sobre el terrorismo.
La gracia fue ir a ver a Carlos Alcántara (el «Perro»). Es decir, se promocionó esta película afirmando que encontraríamos a un Alcántara dentro de una nueva piel: un exmilitar convertido en sicario. Barbón y con casaquita de cuero. No me creí el cambio de piel. Alcántara es muy blandito. Y eso que tuvieron que teñirle la barba y el cabello de negro. Eso tampoco me lo creí porque los pelos en su pecho estaban canos (película peruana, ajá).
La cinta es regularona. Y en el cine peruano [sic] esto quiere decir que puede pasar por buena.
Yendo al grano:
¡Atención!
Spoilers: no hay. Malas actuaciones: tampoco. (Se supone que aquí debería dar detalles sobre el argumento, pero me da una reverenda flojera. Por favor, colaboren con este blogger y busquen la sinopsis.)
Es un filme correcto y con algunas escenas memorables. No es una película de acción. Hay sangre pero no hay acción (ya saben: balaceras, bombas, sexo). Eso sí, la atmósfera lograda es lo mejor de la cinta. Lo mejor. Qué gran actriz la atmósfera. Y, bueno, también están los guiños a monumentos como Taxidriver o Léon: The Professional (aunque mucho guiño ya es plagio).
Verla no fue una pérdida de tiempo. Me atrevería a recomendarla. Solo pensaba, mientras observaba al lacónico «Perro», si Pietro Sibille lo hubiese hecho mejor.
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