viernes, 24 de diciembre de 2010

Los anillos de Saturno

En ocasiones, cuando converso con algunos amigos con los cuáles comparto afinidades literarias, les suelo preguntar qué libro me recomiendan leer y, en el caso que lo tuviesen, si su préstamo es posible. Así fue como conocí a W. G. Sebald y ese fascinante libro intitulado "Los anillos de Saturno", el cual, inexplicablemente, ejerció un fuerte influjo sobre mí.

Winfried Georg Sebald (1977 - 2001), alemán establecido en Inglaterra, fue un notable académico y profesor de literatura, además de genial escritor. Al revisar algo sobre su vida me sorprendió enterarme que falleció a causa de un accidente automovilístico. En la noticia recogida por El País es descrito como un hombre que destestaba la tecnología y que no leía literatura cotemporánea; atributos que me gustaría poseer, sobre todo el segundo.

"Los anillos de Saturno", publicado en 1995, es un relato  envolvente que transita entre la historia y la novela, sin pertenecer a ningún género en particular. Esta hibridez le otorga al texto un poder de atracción, en muchas partes, insoslayable.

El argumento de la historia es simple: un hombre llamado Sebald narra en primera persona su recorrido a través de Suffolk, un condado en la costa este de Inglaterra, en donde cada pequeño suceso le ayudará  a recordar y a reconsruir una memoria cada vez más extensa e inagotable. A través de un viaje en el que describe la arquitectura, tradiciones e historia de un pueblo, se explaya lentamente hacia un horizonte más amplio, que abarca el universo mismo y el papel que el hombre juega dentro de él.

Es así cómo Sebald, literalmente, nos toma de la mano y hace partícipes de su recorrido. Esta es la única razón que encuentro para justificar porqué este libro es tan adictivo: uno, simplemente, no puede parar de leer.

Esta memoria, a la que he hecho referencia, se fusiona con el conocimiento erudito de la historia de Inglaterra, Alemania, África, Holanda y China, así como de las Ciencias Naturales y el Arte. Las imágenes brotan potentes ante el lector, quien observa la destrucción de las cosas de la que Sebald es testigo.

En el libro, dividido en diez capítulos, encontramos también muchos otros personajes que participan del relato. Sus anécdotas conforman la piedra angular de esa gran historia que Sebald intenta capturar. Es increíble cómo, sin que el lector lo perciba, éste mismo se encuentra saltando de una historia a otra, con una sensación de fascinación en constante crecimiento.

Para disfrutar de este texto tuve que esperar hasta muy entrada la noche, cuando todos en casa suelen apagar el televisor para dormir (el menor ruido o distracción podía ser un obstáculo imperdonable). Apagaba entonces las luces y dejaba una lámpara prendida, que alumbraba sobre mi cabeza el libro y la copa de vino, ingrediente indispensable.

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