lunes, 21 de junio de 2010

Pájaros en la boca

Este libro de cuentos (Estruendomudo, 2009) llegó a mis manos de la manera más casual, aunque ya hace tiempo que tenía curiosidad por desbordar sus páginas.

PELB me atrapó apenas crucé el primer párrafo de ese primer cuento intitulado "Irman". A partir de allí, fui penetrando más en el mundo que Schweblin traza con suma sutileza.

La tensión siempre presente al iniciar las historias, el lenguaje llano y coloquial, y el mundo absurdo en donde los personajes se desenvuelven con total falta de asombro, son algunos de los muchos atributos que este libro posee.

Sin lugar a dudas, un texto muy recomendable.

jueves, 10 de junio de 2010

Hotel de las nostalgias
















 (Lustra Editores, 2007)


PALABRAS DE UN FANTASMA
ANTERIOR A SU NACIMIENTO

Si muero antes de nacer
si muero aun antes de haber entrado en un cuerpo
suplico no disolverme en la nada
suplico conservar mi forma
de fantasma anterior al nacimiento
y asomarme sin cuerpo al mundo de los nacidos
a ver qué hacen cómo viven y qué sienten
cuando comprenden que sus cuerpos
un día serán sólo ceniza
y no sabrán qué hacer ni a donde ir
Entonces
yo los recibiré en mi casa y les diré
Bienvenidos hermanos fantasmas
aquí están los espectros de los que aún no han nacido
sincérense con nosotros
dígannos si valió la pena nacer
dígannos si la vida tuvo algún sentido
o si ser o no ser da exactamente lo mismo

viernes, 4 de junio de 2010

Buenos días, Tristeza

¿Qué puedo decir de esta novela? Me hechizó...

"(...) En ese momento el paisaje, el tiempo desaparecieron; no hubo más que esta cerilla, mi dedo encima la caja gris y la mirada de Ana. Mi corazón se volvió loco, se puso a latir con golpes fuertes, crispé mis dedos sobre la cerilla, se encendió y mientras yo tendía la cara hacia ella mi cigarrillo la cubrió y la apagó. Dejé caer la caja y cerré los ojos La mirada dura, interrogante de Ana pesaba sobre mí. Suplicaba a alguien alguna cosa, que esta espera terminara. Las manos de Ana levantaron mi rostro, yo apreté los párpados por miedo a que viera mi mirada. Sentía que se me escapaban lágrimas de agotamiento, de torpeza, de placer. Entonces, como si ella renunciase a toda pregunta, en un gesto de ignorancia, de calma, pasó sus manos a lo largo de mi rostro y me soltó. Después me puso en la boca un cigarrillo, y se sumergió en su libro. Yo he dado un sentido simbólico a este gesto, he tratado de darle uno cualquiera. Pero hoy cuando fallo una cerilla, vuelvo a vivir aquel instante extraño, el foso entre mis gestos y yo, el peso de la mirada de Ana, y este vacío alrededor, esta intensidad del vacío..."

Fraoise Sagan (Ediciones francomexicanas, 1955).