lunes, 28 de julio de 2014

Rossana en Tombuctú

Rossana Díaz Costa

Viaje a Tombuctú es una película peruana que recibió críticas favorables y también negativas. Sin embargo, tiene el gran mérito de haberse hecho de un espacio en medio de una cartelera llena de películas taquilleras, entre otros factores. Para esta ocasión, conversamos con su directora, Rossana Díaz Costa (Lima, 1970), quien nos habla sobre su ópera prima.

-No solo es difícil hacer cine en el Perú. Una vez que tienes el producto terminado, ¿también existen muchas trabas a la hora de poner la película en la pantalla grande? En tu caso, ¿cómo ha sido esta experiencia? Tengo entendido que la cinta se estrenó con «problemas» en algunas salas.

Sí, es difícil llevar la película a la pantalla grande, pero la verdad es que no me puedo quejar. Viaje a Tombuctú ha estado un mes en cartelera, en medio de blockbusters enormes como Maléfica, X-Men, Cómo entrenar un dragón, entre otras películas de los grandes estudios. Además, estuvo el Mundial en medio del camino.  Ha sido un milagro sobrevivir tanto tiempo.
Eso que salió en prensa de que tenía problemas con los exhibidores fue una exageración de la prensa. Yo no dije que todos los exhibidores me estaban “matando la película”, yo solo dije que tenía problemas con una cadena en particular, Cinestar, que no estrenó la película en una sala en la que habíamos acordado estrenar y también nos pusieron en horarios muy malos en las salas en las que sí nos estrenaron. Con UVK tuvimos también el problema de los horarios, pero con Cineplanet, Cinemark y Cineplaza Jesús María no tuvimos problema alguno, todo lo que acordamos se cumplió y la relación con esos cines fue buena. He descubierto algo importante en todo este proceso: que puedes estrenar una película sin distribuidor, de manera completamente independiente y mantenerte un mes en cartelera. Si es que la gente llena la sala, los cines no te sacan la película. La película estuvo hasta el último día con mucho público y eso es lo que le importa a los exhibidores. Nunca he tenido que pasar por la tristeza de la sala vacía. Ha sido un esfuerzo grande distribuir la película por cuenta propia, pero hemos aprendido mucho en el camino.

-Cintas como Asu Mare o A los 40 se han convertido en las películas más taquilleras de nuestro cine. Además, ahora tenemos una buena cantidad de estrenos nacionales al año. ¿Crees que estas películas han propiciado este nuevo auge? ¿Consideras que han sido saludables o han contribuido al desarrollo del «cine peruano»?

Creo que estas películas han creado una fórmula de película taquillera, pero que no necesariamente han propiciado que haya más estrenos en nuestro país. Hay más estrenos porque cada vez hay más gente haciendo películas. Estas películas han contribuido al descubrimiento de cómo vender una película en el Perú, han descubierto lo importante que es el marketing y han tenido el apoyo de la empresa privada para ello. Pero no todas las películas pueden venderse así, no todos hacemos comedias ni tenemos actores archi conocidos. En el Perú se están haciendo películas muy diferentes una de la otra. Asu Mare y A los 40 son un producto específico cuyo objetivo es hacer mucha taquilla. No todas las películas pueden ser así, debe haber todo tipo de cine y la taquilla se debe medir según el gasto en publicidad y la cantidad de salas de estreno. No todas las películas se pueden estrenar en más de 100 salas, como lo han sido estas dos películas, que han estrenado en la misma cantidad de salas que Maléfica. Hay otras películas peruanas que se estrenan en menos de 20 salas, son películas “de nicho”, porque su público no es masivo. Mi película está en este grupo. Si esa película llena esas salas con aquel público específico, se puede considerar que también ha sido un éxito, a pesar de que los números no sean apabullantes como aquellos de Asu Mare. Creo que mientras más películas haya es mejor, sean del tipo que sean, porque se está generando más trabajo y más confianza en el cine peruano. Poco a poco nos estamos encontrando cinematográficamente y cada cual hará un tipo de película para un público específico. Lo que no debemos olvidar es que el éxito no siempre se debe medir en el dinero recaudado, hay que tomar en cuenta muchas otras cosas, sobre todo, el comentario general del público de a pie que ha ido a ver la película.


-Hace no mucho el Ministerio de Cultura decidió retirar el proyecto de Ley de Cine. ¿Qué opinas de este suceso? ¿Tal vez el éxito económico de las películas cómicas ya mencionadas líneas arriba hizo pensar que el cine peruano puede andar por sí solo y sin necesitar de ningún tipo de apoyo?

No creo que el proyecto de Ley de Cine haya sido retirado porque estas películas cómicas han hecho pensar que el cine puede andar sin ayuda del Estado. Espero que no. Creo que ha habido otros intereses en cuestión. Las ayudas del Estado existen y son absolutamente necesarias para hacer películas más personales y autorales, que ninguna empresa privada va a querer financiar. Este proyecto de Ley pretendía mejorar las ayudas, proteger más al cine peruano, pero lamentablemente parece que esto aún es una ilusión. Habrá que seguir intentándolo, porque ya se ha avanzado bastante en comparación a hace unos años, pero aún nos falta mucho por desarrollar para algún día tener una verdadera industria de cine protegida por el Estado. Para ello, el Estado debe entender que la identidad de un país puede construirse a través del cine, como ha sucedido en muchos otros países.

-Viaje a Tombuctú es una película sobre la caída de los ideales de una generación a causa de la violencia interna. ¿Por qué elegiste una historia de amor juvenil como núcleo central de la historia?

Elegí una historia de amor juvenil como núcleo central de la historia por varias razones: quería contar la historia de mi generación, que vivió esa época tan oscura desde la adolescencia. He hecho una película desde las emociones de una jovencita en los años 80 porque yo fui una jovencita en los años 80. Quería también acercarme a un público joven, de la edad de los protagonistas, y para los más jóvenes una historia de amor es algo que los puede motivar a ver la película y conocer así hechos importantes de la historia de su país. Creo que es necesario hacer películas que ayuden a preservar nuestra frágil memoria histórica y es necesario hacer que esta memoria llegue a las nuevas generaciones, que son los que tienen que construir este país en el futuro. Si no saben de dónde vienen, tampoco sabrán adónde van.
También, a mí, como espectadora, me gustan mucho las películas de este género, las “coming of age movies”, un género que no existe en castellano, pero que se puede traducir como “películas de aprendizaje”. Básicamente, este género cuenta siempre la historia de pérdida de inocencia de gente muy joven. Y de esto trata Viaje a Tombuctú, es una historia de pérdida de inocencia.


-No son pocas las películas peruanas que intentan contar una historia desde el contexto de lo que fue el terrorismo. ¿Por qué una película más dentro de ese tipo? ¿Consideras que es un tema necesario?

Sí, es un tema necesario y hacen falta muchas más películas acerca de esa época y con más puntos de vista. Somos un país muy irreflexivo y que tiende al olvido, además de estar en una época en la que todos los días se nos dice que el país está en un boom económico, que estamos muy bien, entre otros cuentos que nos cuentan los políticos. Yo creo que todo esto esconde un país lleno de problemas, que no ha solucionado la desigualdad y la pobreza, es un país violento que no ha sanado muchas heridas del pasado. La herida que viene de los años 80 es la más profunda de todas, ha sido la peor época en la historia de nuestro país, es la época en la que nos matamos entre hermanos y donde se dio el mayor odio que ha habido entre los peruanos. Mientras más películas haya con historias de esta época, mejor será para la recuperación de nuestra memoria histórica.

-Estamos acostumbrados a ver en la pantalla a los mismos actores interpretando casi todas las películas. Uno de los méritos de esta cinta es el descubrimiento de nuevos rostros en cuanto a actuación. ¿Qué te motivó a realizar esto?

No quería actores conocidos porque quería conseguir una naturalidad que muchas veces solo te la da el actor no profesional, el que no está contaminado por la televisión o el teatro, donde hay códigos de actuación muy distintos. Quería chicos comunes y corrientes, jóvenes y niños como cualquier otro, no quería que se sintiera esa presión del “famoso” en la pantalla. Esto en el caso de los niños y jóvenes, pero no en el caso de los adultos. Quería conseguir una retroalimentación de los actores de gran trayectoria, como por ejemplo Élide Brero y Enrique Victoria, con la frescura de niños sin experiencia. Fue muy bonito trabajar de esta manera, con actores con tantas tablas y con niños que ni siquiera fueron conscientes que estaban apareciendo en una película hasta que se vieron en el cine un año después. A mí me gustan las películas de este tipo, donde se les forma a actores naturales para una película. Aquí no es muy común este tipo de cine, pero en otros países esto es algo que no llama tanto la atención.

-La película desborda nostalgia. Nostalgia de una época, de un contexto marcado por la guerra interna. ¿Sientes que con Viaje a Tombuctú has efectuado una catarsis personal?

Sí, Viaje a Tombuctú es una catarsis personal pero que se ha convertido en la catarsis de varios que la han visto también. A esta película o la aman o la odian. Los que la aman la han visto varias veces, me escriben, tienen su catarsis una y otra vez, porque han encontrado una gran identificación con la nostalgia de la época, con los personajes, la música, la pérdida de algún ser querido en esa época, he descubierto que es mucha gente la que tiene “la herida en la espalda” y necesitaba una película así.


-Para muchos no ha pasado desapercibido el hecho de verte aparecer en tu propia película. ¿Qué te impulsó a hacer ese cameo?

Bueno, en esas escenas se necesitaban muchos extras y llamé a muchos amigos, a mi familia, entonces era el momento indicado para hacer mi cameo para ocupar una butaca más del cine. Pero la verdad es que quería aparecer en mi propia película a modo de broma o juego, empieza para quien me conoce, porque aparezco dos veces en el cine, siempre viendo películas. Quienes me conocen saben que esa soy yo, una persona que es feliz viendo películas.

-Una de las interrogantes que nos queda al final de la película es saber si ha sido una historia personal. Ana, la protagonista, siempre lo está registrando todo a través de una cámara, como una futura directora de cine. Incluso su nombre podría derivar del tuyo. ¿Ha sido una historia completamente autobiográfica?

Siempre me preguntan si soy Ana. Bueno, la verdad es que soy Ana y Lucho, estoy en esos dos personajes. El nombre puede parecerse al mío, pero lo elegí porque es un nombre palíndromo, empieza con la misma letra que termina. Al igual que la película, que empieza en el mismo lugar en el que termina: Ana en un aeropuerto mirando por la ventana. En cambio el nombre de Lucho lo elegí a modo de homenaje a Lucho Hernández. La historia no es completamente autobiográfica, es una historia personal, con emociones que conozco, con hechos parecidos a hechos que me han ocurrido a mí y a gente cercana a mí, pero hay un grado alto de ficción en medio de todo lo conocido. Todos los escritores escriben así, aparecen disfrazados en sus personajes, cambian los rostros y los nombres. Partimos de nuestras heridas y ficcionamos.


-Finalmente, ¿qué otros proyectos cinematográficos o literarios tienes en mente?

Tengo nuevos cuentos escritos pero en total desorden, que tendría que sentarme a ordenarlos para ver si de aquí puede partir un segundo libro. La literatura es un refugio en el cual me gustaría aislarme un tiempo después de esta locura que ha sido hacer una película. En la literatura se sufre menos y se vive en una soledad más placentera, con menos conflictos. Pero sé que a pesar de que estoy diciendo esto, pronto tendré ganas de hacer una segunda película. Tengo dos guiones de largos que son posibles proyectos del futuro: uno es la adaptación de Un Mundo para Julius, proyecto para el cual se necesita de mucho dinero y, además, yo debería tener más experiencia como directora. Esta me gustaría que sea mi tercera película. Tengo también otro guión, una road movie que escribí para hacerla en España y que quisiera reescribir para hacerla en el Perú. Es la historia de dos chicas que viajan a dedo y que se meten en un problema por ayudar a alguien. Es una historia de solidaridad y de mujeres de nuestros tiempos. Esta me gustaría que sea mi segunda película, para así seguir viajando…

lunes, 14 de julio de 2014

Alemania, Alemania

Bastian Schweinsteiger. (Fuente: SCMP)

Lo dije desde un inicio: Sebald (Alemania) se llevaría el Mundial de las Letras Brasil 2014. Con un nivel muy superior, el autor de Los anillos de Saturno empezó imponiendo su categoría ante un Gonçalo M. Tavares (Portugal) muy extraviado. Ayi Kwei Armah (Ghana) le plantó una dura batalla que se resolvió en cuentas iguales. Cerrando la fase de grupos, pudo vencer a un John Barth (Estados Unidos) bastante aguerrido. Ya en octavos de final, tuvo cierta dificultad con Yasmina Khadra (Argelia), no obstante, logró ganar el encuentro en los tiempos suplementarios. En cuartos de final se topó con un tímido Pierre Michon (Francia) que tampoco fue adversario para él. La semifinal sería de antología: con un escandaloso 1 a 7 dejó fuera de la competición a Clarice Lispector (Brasil). Ya en la final tuvo que enfrentarse a un Ricardo Piglia (Argentina) que fue creciendo a lo largo del torneo. El partido amenazaba con definirse en una inmerecida tanda de penales, pero en el último tramo del segundo suplementario, Sebald se encargó de abrir el marcador para, algunos minutos después, alzar la copa y coronarse como el justo campeón de uno de los mejores mundiales de la historia.  

Winfried Georg Maximilian Sebald. (Fuente: Núvol)

martes, 8 de julio de 2014

La humillación de Clarice Lispector


Hace cuatro años recorría las calles de Lima y llegaba por la tarde a la oficina para ver algunos partidos del mundial de Sudáfrica. Ahora he visto casi todo el mundial de Brasil 2014 en el trabajo. Era algo inevitable. Ya no tengo que salir: todo lo hago desde el escritorio y solo me levanto para contestar algunas llamadas. Es más, en plena oficina colocaron un televisor gigantesco días antes de comenzar el partido inaugural. Hoy, como era de esperarse, también vi el encuentro entre Clarice Lispector (Brasil) y W. G. Sebald (Alemania) desde el trabajo. Nadie se esperaba una masacre de tal magnitud. Lispector salió furiosa desde el primer minuto, pero pronto Sebald supo herir a su rival. Y lo hizo sin misericordia en aquellos primeros treinta minutos donde le encajó cinco goles. No contento con eso, en el segundo tiempo alargó el marcador y Lispector solo pudo colocar un tanto para decorar la más bella humillación. Uno a siete. Sebald ya está en la final de este Mundial de las Letras y espera con mucha confianza a su último contrincante: ¿Harry Mulisch (Holanda) o Ricardo Piglia (Argentina)?