Rossana Díaz Costa |
Viaje a Tombuctú es una película peruana que recibió críticas favorables y también negativas. Sin embargo, tiene el gran mérito de haberse hecho de un espacio en medio de una cartelera llena de películas taquilleras, entre otros factores. Para esta ocasión, conversamos con su directora, Rossana Díaz Costa (Lima, 1970), quien nos habla sobre su ópera prima.
-No solo
es difícil hacer cine en el Perú. Una vez que tienes el producto terminado, ¿también
existen muchas trabas a la hora de poner la película en la pantalla grande? En
tu caso, ¿cómo ha sido esta experiencia? Tengo entendido que la cinta se
estrenó con «problemas» en algunas salas.
Sí, es difícil llevar la película a la
pantalla grande, pero la verdad es que no me puedo quejar. Viaje a Tombuctú ha estado un mes en cartelera, en medio de
blockbusters enormes como Maléfica, X-Men, Cómo entrenar un dragón, entre otras películas de los grandes
estudios. Además, estuvo el Mundial en medio del camino. Ha sido un milagro sobrevivir tanto tiempo.
Eso que salió en prensa de que tenía
problemas con los exhibidores fue una exageración de la prensa. Yo no dije que
todos los exhibidores me estaban “matando la película”, yo solo dije que tenía
problemas con una cadena en particular, Cinestar, que no estrenó la película en
una sala en la que habíamos acordado estrenar y también nos pusieron en
horarios muy malos en las salas en las que sí nos estrenaron. Con UVK tuvimos
también el problema de los horarios, pero con Cineplanet, Cinemark y Cineplaza
Jesús María no tuvimos problema alguno, todo lo que acordamos se cumplió y la
relación con esos cines fue buena. He descubierto algo importante en todo este
proceso: que puedes estrenar una película sin distribuidor, de manera
completamente independiente y mantenerte un mes en cartelera. Si es que la
gente llena la sala, los cines no te sacan la película. La película estuvo
hasta el último día con mucho público y eso es lo que le importa a los
exhibidores. Nunca he tenido que pasar por la tristeza de la sala vacía. Ha
sido un esfuerzo grande distribuir la película por cuenta propia, pero hemos
aprendido mucho en el camino.
-Cintas
como Asu Mare o A los 40 se han convertido en las películas más taquilleras de
nuestro cine. Además, ahora tenemos una buena cantidad de estrenos nacionales
al año. ¿Crees que estas películas han propiciado este nuevo auge? ¿Consideras
que han sido saludables o han contribuido al desarrollo del «cine peruano»?
Creo que estas películas han creado una
fórmula de película taquillera, pero que no necesariamente han propiciado que
haya más estrenos en nuestro país. Hay más estrenos porque cada vez hay más
gente haciendo películas. Estas películas han contribuido al descubrimiento de
cómo vender una película en el Perú, han descubierto lo importante que es el
marketing y han tenido el apoyo de la empresa privada para ello. Pero no todas
las películas pueden venderse así, no todos hacemos comedias ni tenemos actores
archi conocidos. En el Perú se están haciendo películas muy diferentes una de
la otra. Asu Mare y A los 40 son un producto específico cuyo
objetivo es hacer mucha taquilla. No todas las películas pueden ser así, debe
haber todo tipo de cine y la taquilla se debe medir según el gasto en
publicidad y la cantidad de salas de estreno. No todas las películas se pueden
estrenar en más de 100 salas, como lo han sido estas dos películas, que han
estrenado en la misma cantidad de salas que Maléfica.
Hay otras películas peruanas que se estrenan en menos de 20 salas, son películas
“de nicho”, porque su público no es masivo. Mi película está en este grupo. Si
esa película llena esas salas con aquel público específico, se puede considerar
que también ha sido un éxito, a pesar de que los números no sean apabullantes
como aquellos de Asu Mare. Creo que
mientras más películas haya es mejor, sean del tipo que sean, porque se está
generando más trabajo y más confianza en el cine peruano. Poco a poco nos
estamos encontrando cinematográficamente y cada cual hará un tipo de película
para un público específico. Lo que no debemos olvidar es que el éxito no
siempre se debe medir en el dinero recaudado, hay que tomar en cuenta muchas
otras cosas, sobre todo, el comentario general del público de a pie que ha ido
a ver la película.
-Hace no
mucho el Ministerio de Cultura decidió retirar el proyecto de Ley de Cine. ¿Qué
opinas de este suceso? ¿Tal vez el éxito económico de las películas cómicas ya
mencionadas líneas arriba hizo pensar que el cine peruano puede andar por sí
solo y sin necesitar de ningún tipo de apoyo?
No creo que el proyecto de Ley de Cine
haya sido retirado porque estas películas cómicas han hecho pensar que el cine
puede andar sin ayuda del Estado. Espero que no. Creo que ha habido otros
intereses en cuestión. Las ayudas del Estado existen y son absolutamente
necesarias para hacer películas más personales y autorales, que ninguna empresa
privada va a querer financiar. Este proyecto de Ley pretendía mejorar las
ayudas, proteger más al cine peruano, pero lamentablemente parece que esto aún
es una ilusión. Habrá que seguir intentándolo, porque ya se ha avanzado
bastante en comparación a hace unos años, pero aún nos falta mucho por
desarrollar para algún día tener una verdadera industria de cine protegida por
el Estado. Para ello, el Estado debe entender que la identidad de un país puede
construirse a través del cine, como ha sucedido en muchos otros países.
-Viaje a Tombuctú es una película sobre
la caída de los ideales de una generación a causa de la violencia interna. ¿Por
qué elegiste una historia de amor juvenil como núcleo central de la historia?
Elegí una historia de amor juvenil como
núcleo central de la historia por varias razones: quería contar la historia de
mi generación, que vivió esa época tan oscura desde la adolescencia. He hecho
una película desde las emociones de una jovencita en los años 80 porque yo fui
una jovencita en los años 80. Quería también acercarme a un público joven, de
la edad de los protagonistas, y para los más jóvenes una historia de amor es
algo que los puede motivar a ver la película y conocer así hechos importantes
de la historia de su país. Creo que es necesario hacer películas que ayuden a
preservar nuestra frágil memoria histórica y es necesario hacer que esta
memoria llegue a las nuevas generaciones, que son los que tienen que construir
este país en el futuro. Si no saben de dónde vienen, tampoco sabrán adónde van.
También, a mí, como espectadora, me
gustan mucho las películas de este género, las “coming of age movies”, un
género que no existe en castellano, pero que se puede traducir como “películas
de aprendizaje”. Básicamente, este género cuenta siempre la historia de pérdida
de inocencia de gente muy joven. Y de esto trata Viaje a Tombuctú, es una historia de pérdida de inocencia.
-No son
pocas las películas peruanas que intentan contar una historia desde el contexto
de lo que fue el terrorismo. ¿Por qué una película más dentro de ese tipo?
¿Consideras que es un tema necesario?
Sí, es un tema necesario y hacen falta
muchas más películas acerca de esa época y con más puntos de vista. Somos un
país muy irreflexivo y que tiende al olvido, además de estar en una época en la
que todos los días se nos dice que el país está en un boom económico, que
estamos muy bien, entre otros cuentos que nos cuentan los políticos. Yo creo
que todo esto esconde un país lleno de problemas, que no ha solucionado la
desigualdad y la pobreza, es un país violento que no ha sanado muchas heridas
del pasado. La herida que viene de los años 80 es la más profunda de todas, ha
sido la peor época en la historia de nuestro país, es la época en la que nos
matamos entre hermanos y donde se dio el mayor odio que ha habido entre los
peruanos. Mientras más películas haya con historias de esta época, mejor será
para la recuperación de nuestra memoria histórica.
-Estamos
acostumbrados a ver en la pantalla a los mismos actores interpretando casi
todas las películas. Uno de los méritos de esta cinta es el descubrimiento de
nuevos rostros en cuanto a actuación. ¿Qué te motivó a realizar esto?
No quería actores conocidos porque quería
conseguir una naturalidad que muchas veces solo te la da el actor no
profesional, el que no está contaminado por la televisión o el teatro, donde
hay códigos de actuación muy distintos. Quería chicos comunes y corrientes,
jóvenes y niños como cualquier otro, no quería que se sintiera esa presión del
“famoso” en la pantalla. Esto en el caso de los niños y jóvenes, pero no en el
caso de los adultos. Quería conseguir una retroalimentación de los actores de
gran trayectoria, como por ejemplo Élide Brero y Enrique Victoria, con la
frescura de niños sin experiencia. Fue muy bonito trabajar de esta manera, con
actores con tantas tablas y con niños que ni siquiera fueron conscientes que
estaban apareciendo en una película hasta que se vieron en el cine un año
después. A mí me gustan las películas de este tipo, donde se les forma a
actores naturales para una película. Aquí no es muy común este tipo de cine,
pero en otros países esto es algo que no llama tanto la atención.
-La
película desborda nostalgia. Nostalgia de una época, de un contexto marcado por
la guerra interna. ¿Sientes que con Viaje
a Tombuctú has efectuado una catarsis personal?
Sí, Viaje
a Tombuctú es una catarsis personal pero que se ha convertido en la catarsis
de varios que la han visto también. A esta película o la aman o la odian. Los
que la aman la han visto varias veces, me escriben, tienen su catarsis una y
otra vez, porque han encontrado una gran identificación con la nostalgia de la
época, con los personajes, la música, la pérdida de algún ser querido en esa
época, he descubierto que es mucha gente la que tiene “la herida en la espalda”
y necesitaba una película así.
-Para
muchos no ha pasado desapercibido el hecho de verte aparecer en tu propia película.
¿Qué te impulsó a hacer ese cameo?
Bueno, en esas escenas se necesitaban
muchos extras y llamé a muchos amigos, a mi familia, entonces era el momento
indicado para hacer mi cameo para ocupar una butaca más del cine. Pero la
verdad es que quería aparecer en mi propia película a modo de broma o juego,
empieza para quien me conoce, porque aparezco dos veces en el cine, siempre
viendo películas. Quienes me conocen saben que esa soy yo, una persona que es
feliz viendo películas.
-Una de
las interrogantes que nos queda al final de la película es saber si ha sido una
historia personal. Ana, la protagonista, siempre lo está registrando todo a
través de una cámara, como una futura directora de cine. Incluso su nombre
podría derivar del tuyo. ¿Ha sido una historia completamente autobiográfica?
Siempre me preguntan si soy Ana. Bueno,
la verdad es que soy Ana y Lucho, estoy en esos dos personajes. El nombre puede
parecerse al mío, pero lo elegí porque es un nombre palíndromo, empieza con la
misma letra que termina. Al igual que la película, que empieza en el mismo
lugar en el que termina: Ana en un aeropuerto mirando por la ventana. En cambio
el nombre de Lucho lo elegí a modo de homenaje a Lucho Hernández. La historia
no es completamente autobiográfica, es una historia personal, con emociones que
conozco, con hechos parecidos a hechos que me han ocurrido a mí y a gente
cercana a mí, pero hay un grado alto de ficción en medio de todo lo conocido.
Todos los escritores escriben así, aparecen disfrazados en sus personajes,
cambian los rostros y los nombres. Partimos de nuestras heridas y ficcionamos.
-Finalmente,
¿qué otros proyectos cinematográficos o literarios tienes en mente?
Tengo nuevos cuentos escritos pero en
total desorden, que tendría que sentarme a ordenarlos para ver si de aquí puede
partir un segundo libro. La literatura es un refugio en el cual me gustaría aislarme
un tiempo después de esta locura que ha sido hacer una película. En la
literatura se sufre menos y se vive en una soledad más placentera, con menos
conflictos. Pero sé que a pesar de que estoy diciendo esto, pronto tendré ganas
de hacer una segunda película. Tengo dos guiones de largos que son posibles
proyectos del futuro: uno es la adaptación de Un Mundo para Julius, proyecto para el cual se necesita de mucho
dinero y, además, yo debería tener más experiencia como directora. Esta me
gustaría que sea mi tercera película. Tengo también otro guión, una road movie que escribí para hacerla en
España y que quisiera reescribir para hacerla en el Perú. Es la historia de dos
chicas que viajan a dedo y que se meten en un problema por ayudar a alguien. Es
una historia de solidaridad y de mujeres de nuestros tiempos. Esta me gustaría
que sea mi segunda película, para así seguir viajando…