Había sido un
domingo brutal. Habían venido algunos amigos de Fay, se habían instalado en el
sofá y habían empezado a cacarear lo grandes escritores que eran, realmente lo
mejor de la nación. La única razón de que no fueran publicados era, decían,
porque no enseñaban su obra a los editores.
Yo los había
mirado. Si escribían conforme a su aspecto, tomando sus cafés, soltando risitas
y mojando sus rosquillas, daba igual que enseñasen su obra a los editores o que
se la guardasen metida en el culo.
BUKOWSKI, Charles. Cartero. Barcelona: Anagrama, 1996.
Je, je, je. Bukowski, qué tipo, ¿no? Leí esta novela junto con muchas otras de Bukowski hace muchísimos años, pero tal vez sea tiempo para releerla.
ResponderEliminarSí, lo es. Aunque me gusta más como poeta.
ResponderEliminar