Una agradable sorpresa me he llevado al ver Casos complejos, la última película de Omar Forero. Y ya estamos algo tarde, nada menos que diciembre, para sentir en el pecho (o donde a uno se le antoje) buenas impresiones. En fin, que me ha gustado (no toda, pero sí en gran parte, y antes que me líe, me explico).
La historia cuenta la desarticulación de una red de corrupción y crimen organizado en Trujillo. El encargado de esta labor será un valiente fiscal apellidado Bardales que, junto a un equipo bastante joven, irá tras la pista de una banda de delincuentes llamada Los Iracundos.
(Cabe agregar aquí que esta historia tiene un ingrediente real, pues las acciones del protagonista están inspiradas en las del fiscal William Rabanal Palacios, quien hace algunos años fue titular de la Fiscalía Especializada en Casos Complejos. Rabanal fue el responsable de desarticular numerosas bandas que asolaban La Libertad).
La cinta de Forero logra plasmar muchas de sus buenas intenciones. Hay un tono lírico y pausado que uno jamás pensaría encontrar en una cinta de corte policial. Un tono adecuado, diría yo, que construye imágenes cargadas de poesía, como la parte en la que dos chicos están fumando marihuana y el espectador se entrega a la lenta contemplación de la vida y la muerte. Una escena de lo más sublime, sin duda.
El guion es quizá lo más valioso de este filme. No existen puntos muertos y las situaciones se suceden unas tras otras con urgencia y naturalidad. Esto que ha logrado Forero es el ritmo. Alternar la violencia y la calma, la acción pura y los detalles, las explicaciones necesarias y los silencios.
Hay, no obstante, imperfecciones notorias en la película. La musicalización no siempre sintoniza con lo que vemos. Sin quererlo, en algunos pasajes la música subraya el drama o vuelve paródicos los momentos más solemnes. Por otro lado, los actores son amateurs (de hecho, el fiscal Bardales está interpretado por un pintor) y, en consecuencia, son notorios el artificio y la impostura.
Fuera de estos deslices, la historia que más cautiva y la que tiene los elementos más finos es la de Yónatan, el joven sicario que pertenece a Los Iracundos. Sobre este personaje sí hubo un mayor tratamiento. Es notable la complejidad narrativa con la que Forero decide contar la historia de este muchacho y la profundidad psicológica que le otorga.
Casos complejos es una película que toca un tema puntiagudo y que, ante un examen riguroso, se podría decir que sale bien librada. La ha tenido difícil en su paso por Lima, con horarios mezquinos y muy pocas salas. Vale la pena.
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