A los autores que no se toman muy en serio, yo me los tomo muy en serio. Juan Carlos Nalvarte Lozada (Arequipa, 1991) es uno de ellos. He leído hace poco Un granito de mostaza y otros cuentos reaccionarios (2019), su más reciente libro, y he tenido la impresión de estar frente a un narrador al que solo le interesa escribir muy bien y parodiarse a sí mismo y seguir escribiendo bastante bien. En resumen, Nalvarte se ríe de él y se ríe de todos. Ha entendido de qué va esto que llamamos literatura.
En los paratextos de este conjunto de relatos breves encontramos el tono en que están escritos. Dice Andrea, la esposa del autor, en la contraportada: «Asquerosamente heteropatriarcal. ¿Para eso me esfuerzo en cocinarte?». Con un blurb así uno dice de inmediato: tengo que robar este libro y leerlo. A mí me lo obsequiaron.
El humor en literatura es —atención con la ironía— un asunto muy serio. Quizá solo existe un reducido grupo de seres destinados a escribir en clave de humor y sin mucho esfuerzo, y con este libro me ha quedado claro que Nalvarte es uno de ellos. Lo que él hace aquí solo se lo he visto a Sławomir Mrożek, que ya es decir bastante. Despliega un humor ingenioso y disparatado, y, además, trabaja el absurdo con una maestría perversa (hay un cuento verdaderamente desternillante en el que dos republicanos de la guerra civil española empiezan a amedrentar a una pintura del Sagrado Corazón de Jesús).
Son muchos los aciertos de estas narraciones breves, pero esos méritos quedan opacados ante las erratas con las que el lector se topa cada tanto. Este es un libro autoeditado, ojo. Sé que Nalvarte tuvo una mala experiencia con su primer libro y que de allí en adelante ha optado por la autoedición, con todo el riego que esto implica. Y aquí, estimo, el riesgo ha sido mayor porque si se hubieran suprimido algunos cuentos y corregido todos los vicios del lenguaje que aparecen en estas páginas, el resultado habría sido más que notable. Pese a esto, en este conjunto de relatos puede apreciarse el oficio que sus tres anteriores publicaciones le han otorgado a Nalvarte.
Otro punto a destacar es el eje temático en el que gravitan sus historias. Aquí, el autor se arroja sin el menor temor a parodiar el mundo actual (un mundo plagado de activistas del medio ambiente, hombres transespecies y asambleas supremas que controlan nuestras vidas bajo determinadas ideologías). Todos sus personajes son seres desencantados con el mundo en el que viven y que, lejos de rendirse, hacen el mayor esfuerzo por adaptarse a él.
Juan Carlos Nalvarte Lozada ha escrito un libro simpático que casi no ha publicitado en ningún medio. Quizá le gusta pasar desapercibido, pero yo digo que es justo darle una oportunidad y seguirle la pista.
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