miércoles, 27 de enero de 2016

Libro de la enfermedad


JEREMÍAS

Esta mañana, tras salir del templo,
al borde del camino me detuve
y en voz callada, que no conocía,
así me dije: ¿acaso somos más
que las larvas que reptan sobre el barro,
cuyo destino puede marchitarse
tan solo hollado por el pie de un niño;
podría asegurarlo, yo que he visto
al mismo niño desprender la hierba
y, del hierro inflamado, someter
la liebre temeraria, tu creación
contraviniendo; o a la mujer adúltera
cuando el pecho retira a sus infantes,
pero la leche vierte en el mantel
del que en holgura yace; o a mí mismo,
cuando las rosas hago florecer
en la piel encendida de mi esposa,
una muchacha fiel a quien castigo
por su inocencia, hasta que los dos,
ambos, nos abrazamos temerosos
de que la arcilla nuestra envidiaras?
¿Pues si, Señor, el hombre, tu reverso,
no puede por más tiempo contemplar
tu llama que el gusano o la serpiente,
cómo poder siquiera imaginarte
si entre el fango vivimos, cómo erguir
más alta torre que aquella que tú
edificaste, cómo del milagro
seguir los pasos en sentido inverso
y desde nuestro barro hacer brotar tu luz?

DÍAZ CHOZA, Mateo. Libro de la enfermedad. Lima: Paracaídas, 2015.

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