Hay dolor pero también hay felicidad al abandonar un libro. Me ha pasado así, al menos: primero el melodrama de haber perdido tantas noches en una pasión inútil. Pero luego, con el paso de los días, prevalece un ligero viento favorable. Volvemos a sentirnos cómodos en esa habitación en que escribimos sin mayores planes, sin propósitos precisos.
Abandonamos un libro cuando comprendemos que no estaba para nosotros. De tanto querer leerlo creímos que nos correspondía escribirlo. Estábamos cansados de esperar que alguien escribiera el libro que queríamos leer.
No pienso abandonar, sin embargo, mi novela. (...)
ZAMBRA, Alejandro. Formas de volver a casa. Barcelona: Anagrama, 2014.
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