domingo, 18 de enero de 2015

Un fraude epistolar


Gran parte del éxito o fracaso de cualquier representación teatral radica en la buena o mala elaboración del texto, y, luego de ver Un fraude epistolar, solo queda decir que Fernando Ampuero ha escrito una obra genial. 

La acción se ubica entre Lima y España durante los primeros años del siglo XX. Dos jóvenes peruanos (aspirantes a escritores), deslumbrados por los versos del también joven Juan Ramón Jiménez, deciden jugarle una broma al poeta español para obtener sus primeros libros de manera gratuita: crear una mujer ficticia llamada Georgina Hübner y escribirle una carta en nombre de ella. 

Georgina Hübner existe. Es prima de uno de los dos verdaderos autores de la carta, en la cual se ensalza la poesía de Juan Ramón y se le solicita el envío de sus dos primeros libros hacia Lima. El poeta accede, envía los libros pero además una respuesta: él se ha visto muy tocado por aquella dama sensible que aprecia sus escritos. 

Aquí se inicia un carteo interesante y que pasará a formar parte de un capítulo atractivo en la historia de la literatura universal. La broma se le va de las manos a los jóvenes cuando, en otra carta de Juan Ramón, se enteran que este piensa ir en barco a Perú para conocer a su musa irreal. De inmediato, los muchachos deciden acabar con la broma. No les queda otro remedio: tienen que matar a Georgina. Para esto consiguen que el Cónsul de Perú en Madrid le envíe un telegrama al poeta. Allí se le comunicará que Georgina Hübner ha muerto.

El vate quedará devastado y escribirá uno de sus poemas más notables y dolorosos: Carta a Georgina Hübner en el cielo de Lima.

La obra se compone solo de un acto. En ella podemos apreciar brillantes diálogos, un adecuado tratamiento del tema literario (eje central de lo narrado), el pertinente uso del metateatro y aquel tono melancólico que se dispara hacia el final. Incluso la continua aparición de Tatiana Astengo (quien interpreta hasta cinco papeles distintos), y que en un principio podía parecer algo burdo, termina acoplándose muy bien al conjunto.

La representación es realmente loable. En un acertado escenario minimalista (lo cual ofrece infinitas posibilidades), se consiguen grandes momentos estéticos: una luz anaranjada que recorta el perfil de los personajes, el símil entre un escritor actual y un escritor de antaño, la facilidad de trasladar la acción de Lima a España, de un salón a un hospital, etc.
 
La historia (que podría contarse de un modo usual) tiene un quiebre magnífico cuando aparece el personaje de El Dramaturgo (Sebastián Monteghirfo). Es así que el mismo «autor» de la obra se dirige al público y explica los acontecimientos, y en algún momento interviene en escena para confrontar a sus personajes y contrastar la información que él maneja.

Un fraude epistolar no pasa por la simple anécdota de cómo dos peruanos embaucaron al ganador del Premio Nobel de Literatura de 1956. Esta obra es, ante todo, una reflexión sobre el poder de la ficción. Aquella necesidad tan humana que tenemos por la mentira, pues solo importa que esta sirva y punto.
 
Ficha técnica:
Un fraude espistolar, de Fernando Ampuero.
Dirección: Giovanni Ciccia.
Actuación: Roberto Ruiz, Alicia Mercado, Emanuel Soriano, Sergio Gjurinovic, Sebastián Monteghirfo y Tatiana Astengo.
Lugar: Teatro Larco (Av. Larco 1036, Miraflores).
Hasta el 15 de febrero.

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