lunes, 15 de abril de 2013

Abril: mes de la muerte del escritor

Abril lo he comenzado mal. Me fracturé el brazo con el que escribo y tuvieron que enyesarlo, de tal manera que ahora comprendo que este mundo no está hecho para los zurdos, o para los que —por un accidente— nos hemos vuelto zurdos a la fuerza. 

Hace un par de días celebré también un año menos de vida, lo que me hizo reflexionar sobre los proyectos realizados y planes futuros. Algunos proyectos, como es obvio, se han visto estancados por esta lesión en el brazo. Pero felizmente el descanso médico me ha permitido escabullirme un poco del trabajo alimenticio y me ha brindado el tiempo suficiente para leer y ver casi una película por día. No obstante, las ganas de escribir son más fuertes, así que vuelvo al blog para ejercitar un poco este acto de parir palabras.

En uno de mis largos momentos de ocio (a veces interrumpidos para ir a recibir clases) encontré un artículo que analiza la situación del escritor en España. Aunque el contexto español dista mucho del peruano, el texto me ha puesto de nuevo sobre la mesa aquella eterna reflexión del escritor que se las tiene que arreglar para hacer lo que le gusta, tomando numerosos pequeños trabajos que le brindan cierta estabilidad económica, y encima en un panorama desolador donde los lectores desaparecen o son asesinados por la tecnología.

«El poeta pobre», de Carl Spitzweg.

A continuación, el artículo al que hago referencia:

La muerte del escritor de clase media

Por: Peio H. Riaño

Siempre ha sido así, pero ahora el cuento ya no tiene un final feliz. El escritor pasa a ganarse la vida como escritor “cuando empiezan a pagar bien”. Lo dice Juan Marsé (Barcelona, 1933), que cuenta por el teléfono que él no era un escritor de clase media, sino de clase baja. Trabajaba en una joyería de su ciudad natal mientras escribía su primera novela, Encerrados con un solo juguete (1961). Luego llegarían las tareas como mozo de laboratorio, en el departamento de bioquímica celular del Instituto Pasteur en París mientras terminaba la segunda, Esta cara de la luna (1962). Y hasta su consagración con El amante bilingüe 30 años después, es decir, cuando empezaron a pagarle bien, pudo compaginar su vida de escritor con artículos en periódicos, escribiendo guiones de cine, etc. 

2 comentarios:

  1. Me ha deprimido el panorama en España. Creo que es más triste que haya crecimiento y luego se desplome que siempre estar por los suelos como en el Perú. En fin. Creo que seguiré leyendo "Mañana en la batalla piensa en mi", ahora valorándolo más. Espero acabarlo para este sábado, saludos!

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