Por: Daniel Bedoya.
Dos por uno. Esta frase bien puede caerle a “pelo” a la doble entrega que nos hace Miguel Angel Sanz Chung (Lima, 1979) con La casa amarilla/casa abandonada, ya que son dos poemarios en un mismo estuche. Esto brinda la oportunidad de comenzar a leer por donde se prefiera, sin orden establecido. Dos formas de exteriorización, de salir de uno mismo.
“Siempre sucede/ cada que puede se escapa mi alma/ y salta el muro que construyo con paciencia”, confiesa Sanz Chung en el primer poema de Casa abandonada, y el retorno a casa es inminente, al lugar de donde todos partimos hacia algún lado. Todo es recorrido y visto en este regreso que no deja espacios vacíos, es decir, el baño, la cocina, el jardín, la lavandería, todo se hace tangible y nos dice “Las paredes están para apretarlas para empujarlas/ para ponerlas de cabeza/ están para sentarse sobre ellas para leer en ellas/ para caminarlas”.
Pero por necesidad surge su antítesis. Y esta puede ser La casa amarilla, en donde el tono del verso es más personal y ansioso ("La luz debería seguir el camino/ que le señalo con la mirada/ sostener el ritmo constante de mi parpadeo/ tropezar si yo tropiezo/sentarse a la mesa para acompañarme/ si así lo deseo").
De este modo, surge la doble entrega y, aunque el retorno al hogar es un tema recurrente en los poetas, no deja de ser valioso y más aún si el verso es trabajado al detalle. Una razón más para leer La casa amarilla/casa abandonada, nuevo trabajo de Sanz Chung, precedido por La voz de la Manada (2002), Quién las Hojas (2007) y Paciente 164 (2009). Es decir, un poeta con experiencia en el arte de pulir la palabra.
Título: La casa amarilla / Casa abandonada.
Autora: Miguel Ángel Sanz Chung.
Editorial: Lustra editores.
Género: Poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario