lunes, 17 de septiembre de 2018

Ámok

Y aquí vengo yo a decirles por qué deben de leer esto o aquello. A algunos les basta con poner una foto de Ámok en Facebook y decir: «lo recomiendo». No he llegado aún a tal nivel de influencia, pero casi. Lo mío va de argumentar. La reseña es el arte de la persuasión.

Primer libro. Pérdida de la virginidad. Giacomo Roncagliolo (no es familiar de Santiago, valga la aclaración) ha escrito una novela que me ha hecho sentir acompañado. Hay en su libro y en el mío puentes que los unen: alteración mental en el protagonista (su nombre también es solo una inicial), adicciones, un amor, lugares sin nombre, lenguaje aséptico. En fin. Que en algún momento creí que leía otra versión de La velocidad del pánico.

Agrada la propuesta estética de este autor porque es la misma que yo defiendo y practico: borrar del texto toda referencia a una zona geográfica particular, proponer una realidad paralela. Vamos, nada de autoficción ni de guerra interna, donde abundan fechas y calles y traumas de infancia. Giacomo hace Literatura.

Entrar así, a escena, es bastante atrevido, con todos esos Cuetos y Ampueros hablándote de Lima y su mugre, de Sendero y sus secuelas. Qué libros tan aburridos y monótonos. Y qué rentables.

Giacomo es más bien un hijo de Levrero y Lynch, y nos habla de un extraño juego. El primer capítulo engancha y remite a la Trilogía involuntaria. Asimismo, este joven autor presenta destrezas varias: conciencia sobre el lenguaje (funcional con gotitas de lirismo) y una espectacular construcción de los diálogos.

La novela, no obstante, demora en arrancar. Sin embargo, la paciencia se ve recompensada porque en la tercera parte del libro uno entiende la importancia de cierto cuadro en la pared, de los sueños de X. El final es una delicia.

Desorienta también el excesivo minimalismo del relato. No existen en la narración suficientes descripciones de los escenarios, por ejemplo. Esto, a mi juicio, hace difusas las acciones. Pero se entiende y se respeta: Giacomo Roncagliolo va forjando un estilo.
Ya quisiera toparme con más propuestas así. Novelas que escapen de los tópicos más trillados de nuestra narrativa contemporánea, en donde se perciba además el trabajo de la reescritura, tal como sucede en Ámok. Siento que podríamos ser una pandilla. Soberbios y malditos. Necesitaríamos también un nombre.

RONCAGLIOLO, Giacomo. Ámok. Lima: Pesopluma, 2018.

No hay comentarios:

Publicar un comentario