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Richard Parra está en su mejor momento, qué duda cabe. Gabriel Ruiz Ortega se encarga de entrevistarlo para el blog de la Librería Sur. Además de comentar sobre temas como el estilo, las argollas literarias y su proceso de escritura, el autor de Los niños muertos (Demipage, 2015) denuncia un agravio. A continuación, un extracto de la extensa charla:
-En más de una ocasión te he escuchado sobre el concepto que suele manejarse cada vez que se habla del estilo.
Hay que romper con cierta idea de estilo. Con el estilo de los manuales norteamericanos tipo MLA, el de “elements of style”, o los libros de texto de redacción de la PUCP, o los decálogos de los cuentistas, o peor aún el manual de estilo literario de Stephen King, etc. Abajo con eso, puesto que, como la gramática imperial de Nebrija, plantean la utopía de un lenguaje global estandarizado, por lo tanto reducido, sin espesor mítico o histórico o poético, sin localismos. Por definición, niegan otros lenguajes disidentes, la poesía, la lengua del oprimido, postulan un discurso único, una verdad teológica, una disciplina.
-Por ejemplo.
Cuando un escritor o escritora dice “ya encontré mi estilo”, es tiempo de dejarlo de leer, porque ha renunciado a ser artista, intelectual, y nos encontraremos con la repetición industrial de falsas obsesiones, clichés muy bien escogidos del repertorio cultural comercial de la sociedad del espectáculo. Es la estética del “caballito de batalla”, de la represión inquisitorial del deseo, de la repetición deprimido-ansiosa del capitalismo tardío, como un gif. Por otro lado, ¿qué sentido tiene hablar de estilo después del Orlando de Woolf o el Ulises de Joyce? ¿Después de Rulfo o Bernhard, negadores no solo del estilo sino de la noción misma de narrador? ¿Después de Simón Rodríguez y su lengua radical? ¿O de los Zorros de Arguedas, novela-memoria donde la negación del estilo es tan intensa que colinda con el suicidio, entendido como un devenir mítico? (...)
(...)
-Eso es lo bueno. Marcaste distancia con lo peor de este país.
Para terminar quiero hacer público que, el día del velorio de Miguel Gutiérrez, en un restaurante, fui agredido verbalmente y escupido por un escritor peruano a quien nunca en mi vida había visto o hablado. Aquello ocurrió sin razón alguna. Se trata del premio Copé de novela de 2015, un tal Juan José Cavero. Deleznable. Indignante. Un asco total.
waaa, esto me alivia un poco la verdad. Últimamente ando con la onda de estar escribiendo "correctamente", con la prosa culiá y tanto. Pero la prosa no me va, a menos que sea una novela histórica. Pero no la siento de estos tiempos, no la siento natural, y creo que voy a renunciar a la prosa forzada. Si sale de la nada con la corriente del pensamiento, que es lo que uso ahora para escribir retazos mientras se me ocurre una historia que verdaderamente me apasione, entonces bien. Pero no quiero forzarla, estructurarla. Por algo la poesía no me llega, sólo la ficción con localismos, como Nick Hornby que estoy leyendo ahora. Cuando lo leo se siente auténtico (estoy leyendo "En Picado" de Nick Hornby. Recomendable).
ResponderEliminarHay mucho que decir sobre el estilo y mucho que dejar a un lado también. Suerte en lo que vayas escribiendo. (Y yo aún sigo sin leer a Nick Hornby.)
EliminarSaludos desde Lima.