Esa noche hicimos el amor por primera vez después de tanto
tiempo. Costó
mucho poner a Jack en marcha, su cuerpo ya no funcionaba, sólo funcionaba su
voluntad, y pese a todo él insistió en ponerse un condón, un condón para la
verga de Jack, como si un condón pudiera contenerla, pero al menos eso sirvió
para que nos riéramos un rato, al final, ambos de lado, metió su larga y gruesa
verga fláccida entre mis piernas, me abrazó dulcemente y se quedó dormido, yo
aún tardé mucho rato en dormirme y por la cabeza me pasaron ideas de lo más
raras, por momentos me sentía triste y lloraba sin hacer ruido, para no
despertarlo, para no romper nuestro abrazo, por momentos me sentía feliz y
también lloraba, hipando, sin la más mínima discreción, apretando entre mis
muslos la polla de Jack y escuchando su respiración, diciéndole: Jack, sé que
te estás haciendo el dormido, Jack, abre los ojos y bésame, pero Jack seguía
durmiendo o fingiendo que dormía y yo seguía contemplando como en el cine las
ideas que me pasaban por la cabeza, como un arado, como un tractor rojo a cien
kilómetros por hora, muy rápidas, casi sin tiempo para reflexionar, si es que
entonces hubiera deseado reflexionar, cosa que obviamente no entraba en mis
planes, y por momentos ni lloraba ni me sentía triste o feliz, sólo me sentía
viva y lo sentía vivo a él y aunque todo tenía un fondo como de teatro, como de
farsa amable, inocente, incluso conveniente, yo sabía que aquello era
verdadero, que valía la pena, y luego metí mi cabeza debajo de su cuello y me
dormí.
BOLAÑO, Roberto. Llamadas telefónicas. Barcelona: Anagrama, 2007.
Con solo leer ese fragmento nació en mi las ganas de leer esa novela. Espero poder encontrarla.
ResponderEliminarM.E.
Es, en realidad, un cuentario. Y ten por seguro que te deparará gratos momentos.
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