miércoles, 17 de octubre de 2012

El país de las últimas cosas


Novela un tanto floja de Paul Auster. Nada más al principio, en los incisos, notamos la aparición de un segundo innecesario narrador que nos brinda detalles que luego Anna Blume, la narradora protagonista, dejará en evidencia: que se trata de una carta y que quien la relata es una mujer.

Mientras cavilaba en si debía considerar eso como un «error técnico», lo que luego me condujo a iniciar una reflexión sobre qué es la famosa «técnica», el editor principal se levantó enérgicamente y me recriminó por estar leyendo en horario de trabajo. Creo que hasta le saltaron pequeñas gotas de saliva que se fueron a estrellar en su chompa.

En realidad eran las ocho y cinco de la mañana y, gracias a mi buena costumbre de ir demasiado temprano a todo, había aprovechado en leer hasta que todos llegaran y encendieran sus máquinas. Pero el quisquilloso del editor estaba muy ansioso aquel día. Entonces se regresó a su silla (los inmensos labios de camello aún permanecían húmedos) no sin antes señalarme una pila de libros que tenía que corregir. 

Guardé la novela y pensé qué extraño es que en una editorial (¡en una editorial!) vean tan mal a una persona que lee mientras los demás abren el Facebook. Por supuesto, esperé al sábado para cobrar mi sueldo y me largué.

AUSTER, Paul. El país de las últimas cosas. Barcelona: Anagrama, 2000.

2 comentarios:

  1. Gracias por el dato. Estoy en mi quinto Auster y hasta ahora todos me encantan. Así que, para no romper la racha, dejaré este para más adelante. Qué gracioso lo que cuentas de tu chamba, en todo sitio te miran raro cuando lees! jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Pollo. Leo en tu blog que te vas nada menos que a Argentina (de solo pensar que visitarás Eterna Cadencia ya me da envidia). Buen viaje, y que vengas cargado de libros.

      Eliminar